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Soluciones en la nube para proyectos tecnológicos: cómo menos puede ser más

¿Puede la nube potenciar los recursos de una organización hacia su foco de negocio? El análisis de un consultor de e-ABC Learning, con experiencia en soluciones cloud para proyectos de e-learning. La experiencia con Microsoft Azure.

por Ariel Costa, miembro del equipo de Project Leaders de e-ABC Learning

 

¿Puede la nube ayudarnos a redirigir nuestros recursos hacia adelante? La respuesta es: sí. Todo gasto que no debemos enfrentar en mantenimiento y escalabilidad de un sistema informático propio, podemos aplicarlo a innovación, investigación y marketing, inclusive.

 

Tomemos como ejemplo cualquier empresa en la cual su naturaleza no esté en el desarrollo de las tecnologías de la información, sino que los sistemas informáticos concurren como soporte de la actividad que la empresa realiza. Normalmente contará con un sistema de stock, un sistema contable y de facturación, un sistema para la gestión de los recursos humanos y alguno más específico. Si aprovecha el e-comerce, un sistema para el mismo y seguramente una app que permita expandir sus ventas. Pueden entrar en este rango también las instituciones educativas, que replican el mismo modelo.

 

Sin embargo, si considera que los sistemas se manejan con mayor seguridad en sus propias instalaciones, deberá dedicar una porción de su potencial a la adquisición y mantenimiento del hardware y software necesarios, consistentes en:

  • una capacidad de memoria suficiente para el registro y las aplicaciones,
  • un soporte tanto físico (alimentación, temperatura, espacio) como virtual (antivirus, firewall, redundancia)
  • a lo cual necesariamente debemos sumar los recursos humanos y su capacitación.

 

Este conglomerado (reitero, sin importar la naturaleza específica de la organización que tratemos) distrae un volumen importante de recursos, tiempo y dinero.

 

En un principio, las computadoras eran grandes mainframes a la que se conectaban terminales “bobas”. La miniaturización de los procesadores y la distribución de la inteligencia a cada terminal, permitieron la explosión de las computadoras personales, que guardaban la información al mismo tiempo que ejecutaban las aplicaciones. El acceso a internet nos llevó casi obligadamente a la interconexión, no solo entre servidores, sino entre dispositivos personales casi en forma transparente. Hoy la tendencia de las aplicaciones en la nube, lleva a un híbrido con dispositivos que ejecutan sus propias aplicaciones, ejecutan otras en la nube y guardan información en algún lugar del ciberespacio, desconocido físicamente pero muy determinado virtualmente.

 

Cada uno de estos escalones se fue dando por el avance tecnológico, pero también por una disminución de los costos asociados tanto al software como del hardware y en cada uno de esos escalones debieron tomarse decisiones de gestión para que las empresas no quedaran rezagadas en lo referente a su apoyo en los sistemas de datos.

 

Hoy en día, el proceso de migración a la nube -como puede ser el cloud de Microsoft Azure- es un proceso no solo factible, sino altamente confiable, de manera que no incapacita a la organización para seguir operando normalmente, llegando a ser absolutamente transparente para el usuario final.

 

Los valores de almacenamiento varían significativamente si consideramos discos duros, almacenamiento en estado sólido o discos híbridos, pero cuando las empresas ofrecen que la escalabilidad es función del espacio que realmente se ocupa o, como en el caso de Microsoft -que habilita un TB en la nube por cada licencia Office 365-, dichos costos de almacenamiento deben considerarse bajo una óptica distinta.

 

Esto medido siempre en función de los costos directos. Pero ¿qué hay de cada servidor completo que hay que instalar, cada actualización de las aplicaciones de seguridad, cada instalación eléctrica que hay que mensurar debidamente y sus correspondientes respaldos? Nada de eso sucede en territorio de la nube, donde las leyes que regulan estos eventos parecen responder a una física diferente.

 

El almacenamiento flexible es una de los beneficios más destacados para el desarrollo de proyectos de e-learning en la nube. No solo en relación a la opción de aumentar la capacidad en la medida que se incrementa la demanda, sino también en referencia a la posibilidad de reducir la capacidad disponible en el tiempo que sea necesario.

 

Este último caso se aplica especialmente a instituciones educativas que emplean Moodle, puesto que las etapas en las que se usa una gran cantidad de espacio de almacenamiento (el año lectivo) y aquellas que solo se guarda información histórica (las vacaciones), están perfectamente estructuradas. En caso de contar con el alojamiento propio, deberán mensurarlo de manera que siempre alcance, mientras que en la nube, solo se pagaría por el espacio que realmente se está empleando.

 

Estos ahorros, que no requieren una restricción en la calidad educativa ni en los servicios que brinda la organización que se trate, son los que pueden dedicarse a sectores siempre escasos, como investigación, perfeccionamiento docente o comercialización de nuevas propuestas.