(Por Rocío Orellano, Coordinadora del Centro de Innovación Latinoamericano en Tecnología Educatica – CILTE) La incorporación de diversas tecnologías a la práctica educativa no es una novedad y ya se viene implementando con éxito desde hace varias décadas atrás.
Lo novedoso reside en la gran cantidad de tecnologías emergentes que comenzaron a surgir en los últimos años, interpelando con desafíos dinámicos al sistema educativo, al campo de la didáctica y a todos los docentes en general.
Es sabido que las habilidades consideradas esenciales para el desempeño laboral vienen modificándose a medida que se van transformando las formas de producir, comunicarnos y obtener información, entre otros factores. En la educación ocurre lo mismo y quienes tienen la responsabilidad de coordinar estrategias pedagógicas y/o estar frente a una clase, deben estar actualizados. No solo en términos de los conocimientos y las soft skills que hoy demanda el mercado laboral, sino también en función de las habilidades digitales imprescindibles para desempeñar la profesión.
Para explicarlo de un modo más gráfico: un docente que no cuente con una caja de herramientas digitales adecuada, encontrará limitantes a la hora de pensar en sus propuestas formativas, comenzará a experimentar dificultades para conectar con sus estudiantes, y correrá el riesgo de no poder responder ante las exigencias actuales.
Del mismo modo, un docente que no cuente con conocimientos pedagógicos-didácticos amplios y actualizados acerca de cómo utilizar herramientas tecnológicas en sus clases, empezará a poner el acento en lo herramental por sobre lo educativo.
Nunca podemos perder de vista que la centralidad debe estar puesta en los objetivos de aprendizaje a la hora de planificar incorporando tecnología.
Entre las habilidades digitales que deberían revestir mayor importancia para los docentes, se encuentran las siguientes:
1) En términos de alfabetización digital, contar con conocimientos para el uso pedagógico de dispositivos electrónicos (computadoras, celulares, tabletas), manejo de archivos digitales y comunicación a través de plataformas en línea. Hoy tenemos que sumar a este rubro la aptitud para utilizar modelos de inteligencia artificial generativa.
2) Estar familiarizados con diversas herramientas y aplicaciones digitales relevantes para la educación, como suites de productividad (por ejemplo, Microsoft Office o Google Suite), plataformas de aprendizaje en línea (como Evolution o Moodle), softwares de presentación y herramientas de colaboración en línea, entre otras.
3) Saber buscar y evaluar información en línea de manera crítica y efectiva, seleccionando fuentes confiables, verificando la precisión de la información y enseñando a los estudiantes a proceder de la misma manera.
4) Utilizar y enseñar a usar de diversos medios digitales que permitan enriquecer la experiencia de aprendizaje de los estudiantes.
5) Capacidad para comunicarse eficazmente a través de medios digitales.
6) Diseñar y desarrollar de contenido educativo digital, como presentaciones multimedia, actividades interactivas y recursos en línea, que sean relevantes y efectivos para el aprendizaje de los alumnos.
7) Uso de tecnologías emergentes: los docentes deben estar abiertos a explorar y aprender sobre nuevas herramientas, como la inteligencia artificial, la realidad virtual y aumentada, y el machine learning, entre otras. Además, evaluar cómo aplicarlas de manera efectiva en su práctica educativa.
Es importante destacar que estas habilidades digitales no se limitan solo a la tecnología, sino que también incluyen la capacidad de adaptarse al cambio, ser ágiles, flexibles, resilientes y aprendices permanentes. Asimismo, aprovechar las oportunidades de desarrollo profesional relacionadas con la tecnología en el ámbito educativo, para generar experiencias estimulantes a sus estudiantes.
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