(Por Rocío Orellano, Coordinadora del Centro de Innovación Latinoamericano en Tecnología Educativa – CILTE) La incorporación de la inteligencia artificial a los procesos educativos es un hecho. Pese a las posibles resistencias iniciales por parte de algunas instituciones y profesionales de este campo, la percepción actual de esta tecnología emergente reside especialmente en los beneficios que puede aportar. También, en las capacidades que aporta para potenciar y optimizar tiempos y esfuerzos de todos los actores del sistema educativo.
Transcurridos los primeros meses luego de la irrupción de la IA generativa, es claro que los y las docentes de todos los niveles educativos, pero sobre todo del Nivel Superior, deben comenzar con un proceso de adaptación y apropiación del uso de las herramientas que les pueda aportar esta tecnología. Dentro de los beneficios podemos mencionar que la IA contribuirá a incrementar la agilidad y efectividad para generar recursos pedagógicos con mayor facilidad y rapidez. También, podrán innovar en propuestas destinadas a la resolución de desafíos que se planteen en el proceso educativo.
Para aprovechar al máximo las posibilidades que ofrece esta tecnología emergente, los educadores deberán comenzar a adquirir habilidades específicas que les permitan utilizar de manera efectiva y ética la inteligencia artificial en sus propuestas formativas. Podrán comenzar dando los siguientes 5 pasos:
1. Los docentes deben tener una comprensión sólida de los fundamentos teóricos y prácticos de la inteligencia artificial. Esto implica conocer conceptos como el aprendizaje automático (machine learning), el procesamiento del lenguaje natural (natural language processing) y las redes neuronales, entre otros. Como señala Russell y Norvig (2016), comprender los fundamentos de la IA proporciona una base sólida para diseñar y utilizar herramientas basadas en esta tecnología.
2. La IA se basa en gran medida en el análisis de datos para generar resultados y recomendaciones. Por lo tanto, los docentes deben desarrollar habilidades en el análisis de datos y la interpretación de resultados generados por herramientas de IA.
3. Los docentes deben tener la capacidad de evaluar y seleccionar las herramientas de IA más apropiadas para apoyar sus propósitos de enseñanza. Según Dede (2017), esto implica conocer las características, ventajas y limitaciones de las diferentes aplicaciones de IA disponibles en el mercado educativo. Los docentes también deben ser capaces de integrar estas herramientas de manera efectiva en su práctica pedagógica.
4. Los docentes deben cultivar habilidades de pensamiento crítico en relación con la IA y ser capaces de evaluar de manera reflexiva las implicaciones éticas y sociales de su uso en el aula. Como advierte Floridi (2019), la IA plantea desafíos éticos y legales, como la privacidad de los datos y la discriminación algorítmica. Los docentes deben ser conscientes de estos problemas y tomar decisiones éticas en su implementación y uso.
5. Dado que la IA es un campo en constante evolución, los docentes deben poseer habilidades de adaptabilidad y estar dispuestos a aprender de manera continua. Deben estar actualizados con los últimos avances en IA y participar en programas de desarrollo profesional relacionados con esta temática. Como menciona Goel (2018), el aprendizaje continuo es esencial para aprovechar las nuevas oportunidades educativas que brinda la IA.
La integración de la inteligencia artificial en los procesos de enseñanza en el nivel superior ofrece un gran valor para potenciar la experiencia educativa. El conocimiento de los fundamentos de la IA, la capacidad para seleccionar herramientas adecuadas, la competencia en el análisis de datos, el pensamiento crítico y ético, y las habilidades de adaptabilidad y aprendizaje continuo son esenciales para los docentes que deseen trabajar con IA en el aula. El recorrido es largo y sinuoso, cada día aparece algo nuevo; pero la invitación a dar el primer paso es necesaria para no perderse en el camino.
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